Para los dueños Rosanna (Rossy) Fernández y Junior Guaba, La Familia Mini Market no es solo un negocio. Es una obra de amor que refleja sus raíces dominicanas, sus valores y las conexiones que han construido con la comunidad a la que sirven.
En los últimos cuatro años, La Familia se ha convertido en un punto de encuentro para estudiantes, familias y trabajadores. Más que un lugar para comprar alimentos, productos del hogar y comida recién preparada, este mini market representa un espacio de comunidad y pertenencia. Se encuentra en el 2117 N. 63rd St., en Filadelfia, justo al borde del campus de Hawk Hill y cerca de la estación Overbrook de SEPTA.
Fernández y Guaba son originalmente de la República Dominicana pero han vivido en Filadelfia por 10 años. Abrir La Familia fue su primer gran paso en el mundo del emprendimiento. Antes de tener su propio negocio, trabajaron en bodegas —pequeñas tiendas de conveniencia— en la ciudad, donde adquirieron la experiencia que los preparó para este nuevo capítulo. Cuando en 2021 se les presentó la oportunidad de abrir su propio mercado, eligieron el vecindario de Overbrook por su tranquilidad y cercanía con los estudiantes.
“Ya conocíamos esta área antes de mudarnos aquí, y simplemente sentimos que era el lugar indicado”, contó Fernández.
El nombre La Familia nació por sugerencia de su hijo menor, quien lo propuso porque la familia siempre ha sido el pilar de sus vidas.
“Todos nuestros hijos trabajan aquí”, agregó Fernández, destacando que el negocio es un verdadero esfuerzo familiar.
Abrir en 2021 no fue fácil, especialmente debido a la pandemia de COVID-19. Sin embargo, los dueños se adaptaron rápidamente, implementando medidas de higiene y aprovechando la oportunidad para hacer algunos cambios, como ampliar su menú con platos caribeños tradicionales, como las empanadillas. Estas mejoras reflejaron su compromiso de seguir sirviendo a la comunidad sin perder su esencia.
“Nos enfocamos en lo que la gente busca”, explicó Guaba.
La Familia está llena de una mezcla de productos básicos y artículos que ofrecen un sabor a hogar, como los tostones —trozos de plátano verde fritos dos veces para lograr una textura crujiente— y una gran variedad de productos Goya que son difíciles de encontrar en supermercados estadounidenses, pero que tienen un significado especial para la comunidad latina.
“Traemos cosas que la gente de América Latina y el Caribe extraña”, comentó Fernández.
Pero La Familia es mucho más que un mercado. Es un espacio donde todos son bienvenidos. Fernández y Guaba hacen todo lo posible para que cada cliente se sienta parte de su familia.
“Queremos que cuando vengas aquí sientas que estás en casa”, dijo Fernández con una sonrisa.
Incluso los clientes que no hablan español han adoptado el ambiente del lugar. Una noche, Fernández le dijo a un cliente estadounidense: “Aquí tienes, papi,” una expresión común de cariño en español. El joven cliente le respondió con una sonrisa: “Gracias,” algo que no esperaba, ya que el español no era su primer idioma.
La conexión de La Familia con la comunidad ha generado momentos inolvidables. Fernández se emocionó y se puso sentimental al recordar cómo algunos estudiantes han regresado con sus padres después de graduarse solo para agradecerles. Otros han donado ropa o utensilios que ya no necesitan al graduarse, los cuales Fernández y Guaba se encargan de enviarlos a familias en la República Dominicana.
Para los estudiantes de St. Joe’s, el compromiso de la pareja con la comunidad va mucho más allá del papel tradicional de dueños de un negocio. Algunos tienen los números de teléfono de Guaba y Fernández y, en caso de emergencia, no dudan en llamarlos o enviarles mensajes incluso después de que la tienda haya cerrado. En algunas ocasiones, también son los padres quienes recurren a ellos.
“Uno de mis amigos estaba enfermo, necesitaban medicina y la mayoría de las tiendas cercanas estaban cerradas”, comentó Daniela Lavergne-Vassallo ’25. “Le enviaron un mensaje [Fernández y Guaba] preguntando si, por casualidad, podían darle algo de medicina. Y ellos dijeron que sí sin pensarlo dos veces.”
Lavergne-Vassallo también resaltó la generosidad de la pareja.
“A veces mi tarjeta no pasa, y ellos me dicen: ‘Paga la próxima vez.’ Eso no lo encuentras en ningún otro lado”, comentó.
A pesar de los desafíos, Fernández y Guaba siguen ilusionados con el futuro de su negocio.
“Estamos emocionados por todo lo que viene”, afirmó Fernández.